En la disputa con Estados Unidos, la ciencia respalda la decisión mexicana de prohibir el maíz transgénico, señala investigador

Angélica Enciso

05/22/2023

En la disputa sobre el maíz transgénico con Estados Unidos, la causa mexicana está apoyada por la ciencia y podrá lograr el objetivo de prohibir ese producto si la decisión se apega a lo justo, afirma Steven Druker, director de la estadunidense Alianza para la Bio Integridad.

Autor del libro Genes alterados, verdad adulterada, de reciente relanzamiento en México, explica en él cómo la empresa de los alimentos modificados genéticamente ha trastocado la ciencia, corrompido a los gobiernos y engañado a la población. El país sólo puede perder la controversia dentro del tratado comercial de América del Norte si quienes deciden rechazan las evidencias, los principios de justicia y quieran promover los organismos genéticamente modificados, señala.

Por ese libro, en 2018 Druker fue descalificado por la Academia Mexicana de Ciencias, en particular por Francisco Bolívar Zapata, en el libro Transgénicos: grandes beneficios, ausencia de daños y mitos. Desde entonces, el investigador demanda a esa academia que se retracte y le ofrezca una disculpa formal.

En una carta enviada en 2019 a Zapata, indicó: Mi libro demuestra que la aventura de los transgénicos ha dependido crónica y crucialmente de la tergiversación de los hechos por científicos e instituciones científicas respetadas. Su comportamiento también ejemplifica otro tema principal de mi libro, que muchos científicos que abogan por los transgénicos son reacios a los hechos y se resisten a confrontar la evidencia.

En entrevista, precisa que algunas instituciones han omitido presentar evidencias científicas de los daños que causan los transgénicos.

No sólo son las empresas Monsanto y Dupont las que niegan que esos productos sean dañinos, sino también lo hacen agencias regulatorias respetables e instituciones de investigación reconocidas, indica.

No puedo decir que exista una conspiración, pero queda claro que en la mayoría de los países han flexibilizado la regulación, se relajan las normas sobre los organismos genéticamente modificados.

Señala que hay estudios que han probado los efectos dañinos en animales del maíz transgénico, como el de Gilles-Eric Serálini de 2012. Las empresas argumentan que esos análisis son débiles o inválidos, pero nunca han probado la seguridad de los transgénicos, asegura.

Califica de excepcional la decisión de México de aceptar que el maíz transgénico lo consuman los animales (importaciones para el sector pecuario). Sé que, a corto plazo, esto puede ayudar, porque no tiene producción suficiente. En el futuro el problema se puede resolver con suficiencia alimentaria.