Organización productiva comunitaria, alternativa al modelo agroindustrial en México

09/02/2022

La organización comunitaria Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske representa una de las más grandes y exitosas experiencias colaborativas en el estado de Puebla y es una de las propuestas más viables como alternativa a los modelos agroindustriales en México, afirmó la doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al participar en la conferencia Estrategias y prácticas de fortalecimiento de la seguridad y de la soberanía alimentaria en América Latina: experiencias desde Argentina, México y Colombia, explicó que dicha organización genera el fortalecimiento local de colectividades marginadas y olvidadas por el patrón de desarrollo actual y da lugar a propuestas solidarias funcionales, escalables y sostenibles en el largo plazo.

Para la académica de la Unidad Xochimilco, en México existen alternativas para las localidades indígenas que debido a las exigencias del mercado deben optar por asegurar el acceso a los alimentos básicos y se fortalecen prototipos de producción familiar enfocados en la autosuficiencia más que en buscar los medios para la comercialización, lo que genera un ciclo de empobrecimiento.

Tal es el caso de la Unión de Cooperativas Tosepan, que laboran en la zona nororiental de Puebla, cuya sede se localiza en Cuetzalan y está integrada por 26 municipios organizados en ocho cooperativas regionales y 410 de carácter local, que agrupan a 395 comunidades indígenas de la región. En ella participan artesanos, campesinos y madres de familia que suman más de 34 mil familias que han acumulado 45 años de lucha.

“Tosepan ha creado una forma de producción que tiene como base la cooperación doméstica y fortalece los procesos colectivos como opción a los modelos agroindustriales y a los procesos extractivos,” apuntó Azamar Alonso en la charla Una alternativa para la soberanía alimentaria mexicana.

La organización municipal genera beneficios a las poblaciones y fortalece las cadenas productivas a partir de estándares tradicionales, además de que su estructura autónoma mantiene y enriquece los modos de aprovechamiento colectivos.

Entre otros elaboran café, miel, mermeladas, pimienta gorda, artículos cosméticos, vinos, maíz, artesanías y otras manufacturas tradicionales; también tienen una cooperativa de servicios ecoturísticos, rescatan la medicina tradicional y poseen una radio comunitaria, con lo que han creado una estructura colaborativa que defiende su territorio, además de ser una estrategia viable de largo plazo.

Tosepan representa una de las más de dos mil experiencias de organización comunitaria positivas en México, frente al modelo de desarrollo aplicado en el mundo que conduce al desastre económico y ambiental, dijo la académica del Departamento de Producción Económica.

Actualmente “somos testigos de brutales cambios ambientales resultado de las actividades humanas, principalmente industriales, que también han provocado el desplazamiento de colectividades rurales, la destrucción de cadenas productivas locales, la degradación de la naturaleza y la inseguridad alimentaria”, dijo.

“Frente a esta situación no existen soluciones fáciles, sino a diferentes escalas en cada país. Ochenta por ciento del nitrógeno presente en nuestros cuerpos procede del gas natural por la vía de los fertilizantes, si bien hace más de 200 años ese elemento venía de la luz solar ahora estamos compuestos por hidrocarburos fósiles y nuestros desechos tienen microplásticos que contaminan el proceso de fotosíntesis”.

En América Latina cerca de 300 millones de personas carecen de acceso o padecen escasez de agua, lo que se agudizará en los próximos 30 años por la insuficiencia de los recursos naturales, por lo que es imperativo encontrar alternativas que respondan a los requerimientos de vida de 80 por ciento de la población mundial.

Si bien se dice que la sobrepoblación global ocasiona la crisis, en realidad “eso es un mito”, porque en el orbe se tiran mil millones de toneladas de alimentos al año, las cuales serían suficientes para proveer a todos los habitantes del planeta.

El doctor Patricio Vértiz, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, señaló que aunque su país produce comestibles suficientes para sus habitantes, 37 por ciento de la gente se encuentra en pobreza y ocho por ciento en indigencia, por lo que no pueden completar sus necesidades nutritivas básicas.

Dicha matriz fue delineada desde los años noventa del siglo pasado y se ha profundizado en las décadas recientes, por lo que consideró conveniente discutir el modelo de desarrollo que se ha aplicado en esa nación, pues la soberanía alimentaria implica permitir que las poblaciones decidan la forma de cultivar de acuerdo con sus requerimientos como primera prioridad; “los pueblos deben determinar cómo y lo que se cultiva”, enfatizó.

El campesinado en el caso de aquella nación no tiene una importancia como sucede en el resto de América Latina, por lo que la soberanía alimentaria no tiene el arraigo de otras naciones del continente y “lo que se cultiva en Argentina está enfocado para el mercado mundial”, explicó el investigador.

Los agentes económicos del sector exportador controlan la producción, la distribución y también el precio de las mercancías agropecuarias, mientras que para atender la soberanía alimentaria se requiere del acceso de tierra y una política estatal que privilegie el consumo interno de las comunidades.

El geólogo César Jerez Martínez, activista de Frutos de Paz y Baluarte Nacional Campesina, detalló que Colombia genera y consume 80 millones de toneladas de provisiones, pero se tienen que importar 17 millones de productos agrícolas.

“En los últimos años no se han aplicado políticas para fortalecer la economía y producción campesina pues el país tiene un sector agrario importante que a pesar de la falta de apoyos oficiales mantiene una plantación que sostiene gran parte del consumo nacional”, refirió.

En el encuentro a distancia organizado por la Universidad de Los Andes, Colombia, resaltó que esa nación está afectada por los latifundios, el narcotráfico y los grupos paramilitares que han acaparado la tierra y desplazando a los dueños originales, por lo que para enfrentar esta situación el nuevo gobierno de Gustavo Petro tendrá que atender reclamos sociales para asegurar la seguridad y soberanía alimentaria.